Chulas y Flamencas

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nacho diaz

Algo debe tener el pintor sevillano José Gómez que nunca deja de sorprenderme ni por su genialidad, ni por sus originales ocurrencias inspiradas por todo aquello que transcienda la convencionalidad, obligándome a pasar todo el tiempo que estoy con él riéndome sin poder contenerme aunque admire su trabajo  y me lo tome muy en serio.

Desde que vi el primero de los cuadros de su última serie “Chulas y Flamencas” aun estoy maldiciendo el haber sido tan ignorante por no haber oído hablar hasta hace poco del también artista sevillano José Pérez Ocaña, fallecido en un trágico accidente,  ya que Gómez se inspiró en él   para una exposición que al final no sucedió en la que pretendía crear un dialogo con el trabajo de su ilustre predecesor.

Cuando después de llegar al  cuarto piso de un viejo almacén reconvertido en una multitudinaria feria de arte al lado del rio Támesis recalé, sin saber que era el cuadro de mi amigo, en la apabullante e infinita porte y majestuosidad  de Marie, dándome cuenta que su figura estaba meticulosamente rodeada de unos casi incandescentes penes uniformes rosáceos, no pude más que exclamar  “José, ¡Ole tus santos huevos! porque el cuadro además de llamar la atención por la belleza del andrógino retrato, en mi opinión matizado con  un tremendo aire erótico reminiscente del mejor estilo charlestón  era también, sin que esto sirva de detalle de mal gusto, el más caro de todas las obras de los casi 150 artistas que habían colgado allí sus trabajos.

Marie

Marie

El detalle de los penes me impactó tanto por su frescura y buen gusto que pude entender mejor la figura de ese pintor anarquista y activista gay que era Ocaña y toda su crítica a  la marginalización que sufrió en su tierra natal, obligándole a emigrar a Barcelona donde triunfó pintando y encarnando el folklore andaluz en el teatro, vestido de flamenca y cantando canciones típicas.

Queriendo saciar mí curiosidad sobre el resto de la serie al salir de la feria José me  llevó a ver sus otros dos cuadros a punto de terminar.

No pude resistirme y pensé en llamar a otra amiga pintora y contarle lo que acaba de ver. Mi amiga, también militante y activista, cuando le conté lo que Marie me había parecido me preguntó, al darse cuenta que me estaba partiendo de la risa por la magnífica combinación de los penes y la andrógina  modelo, si no me estaba pasando un poco de rosca y, en realidad, comportándome como lo que ella y sus amigos, en aquellos tiempos de guerra y revolución que fueron los setenta, llamaban “Gais no liberados”.

Esos eran gais que asumían que tenían que hacer reír por su condición de homosexuales aceptando todos los estereotipos que la sociedad imponía sobre ellos.

Yo sabía que eso no era así y que no me había expresado correctamente, pero la idea de explicar hombres vestidos de flamencas a una galesa, sin que eso sonase a chiste, me resultaba una tarea bastante compleja dada la sorpresa y el asombro de aquel momento.

Al final lo tuve todo claro cuando José me ensenó Lola/Lolo que, en realidad, era una flamenca con bigote.

Lola/Lolo

Lola/Lolo

No solo no me reí sino que, además, cuando José adivinando mi pensamiento me dijo que el bigote era de Guardia Civil y que se le había ocurrido pintarlo en el último momento cuando la flamenca estaba ya lista, recordando a un agente de la benemérita, casado con una mujer transexual, que había visto en un programa de la tele, comprendí que la obra transgresora de Ocaña en aquellos años oscuros, pese a quien le hubiese podido tachar de bujarrón, mariconazo, sarasa o cualquier adjetivo despectivo por el estilo, en realidad fue un precursor lleno de alegría de la libertad que gozamos hoy en día.

De no haber sido así Sevilla no le hubiese dedicado una mega exposición que lleva su nombre para celebrar el 70 aniversario de su nacimiento, de la cual José Gómez estaba recién aterrizado la última vez que lo vi.

Carmen

Carmen

Pido disculpas si me equivoco y reconozco mi ignorancia pues, como ya he dicho, poco se de Ocaña. Lo que si se, sin embargo, es que muchas veces oí hablar cuando era niño de artistas que actuaban vestidos con la bata de cola y la gente se reía de ellos simplemente por subirse así al escenario.

No tengo ningún tipo de conocimiento, razón, juicio o autoridad para pensar si eran gais liberados o sin liberar y además tampoco me importa. En cambio, solo puedo sentir un gran respeto y una gran admiración profunda por alguien que, con unos cojones tan enormes como tuvo Ocaña, adornó y decoró su anarquismo en defensa y búsqueda de la libertad con trajes de flamenca y canciones populares sobre el escenario y con luminosos colores sobre sus cuadros, haciendo gala de sus tradiciones y sintiéndolas con orgullo propio.

Eso para mí es heroísmo, arte, coraje y compromiso.

En cuanto a los penes adornando a Marie solo me queda decir que si bien pudiesen ser una provocación, muy a pesar de que yo no lo veo así, también son un magnífico  reclamo para reivindicar y celebrar una manera de plasmar la homosexualidad que ya me hubiese gustado a mi hacerla  propia pero, por desgracia, por no ser ni pintor, ni  andaluz, ni tener ese genio desbordante para captar la atención del público solo puedo describir lo mejor que se cuando me siento escritor.